Había mucha gente en el salón. La distancia entre el nuevo alumno y yo era muy poca. De él provenía un olor extraño, de pronto, insoportable, que luego se dispersó en toda la clase. Aquellas miradas le llamaron “sucio”.
- No soy yo… fue mi cuerpo.
Dijo. Y sin salir de su vergüenza, huyó del lugar.
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